viernes, junio 02, 2006

No se aceptan paracaidistas


Es difícil no sentir un poco de sano orgullo por la capacidad de los estudiantes secundarios de llamar la atención sobre un tema tan relevante como la educación en Chile. Por supuesto mucho del esfuerzo se pone en los temas "gremiales" que siendo importantes no son relevantes para resolver el problema fundamental que es la calidad de la educación. El debate de fondo se pospone, pero es natural. Es mucho más fácil concentrar voluntades sobre un ente material que sobre un ente intelectual en el que subyacen múltiples opiniones.

Curiosamente el tema del pase escolar sólo adquiere relevancia cuando la educación se vuelve de calidad. Qué valor tiene ir al colegio y sentarse en el pupitre si no es para aprender?. Será cierto que existe un beneficio en tener a los estudiantes al interior del colegio y no en las calles? Depende. Si van al colegio a perder el tiempo no hay ningún beneficio. Y si en la calle se encuentran con Sócrates es mejor que se queden en la calle. Algo parecido pasa con el pase escolar. Si la sociedad va a pagar por el transporte de los estudiantes la sociedad gana, siempre y cuando los estudiantes vayan al colegio a aprender. Entonces no todos los elementos del petitorio de los estudiantes tienen la misma relevancia. La calidad de la educación es una demanda crítica a la cual el resto de las demandas están subordinadas. Si la calidad de la educación es cero entonces no hay beneficio en transportar a los estudiantes al colegio para que reciban no-educación. Un argumento similar se puede construir sobre la ampliación de la jornada escolar. Y también sobre la PSU.

El caso de la PSU es aún más serio. Se trata de una prueba de selección para entrar a la universidad. Sin embargo para muchos estudiantes (un 30% del total y un porcentaje mayor del subconjunto de los estudiantes de colegios públicos) la prueba es simplemente una constatación de la baja calidad de la educación recibida. Un portazo en la cara para estudiantes ingenuos. Con menos de 450 puntos ni siquiera es posible postular al universidad y los 20000 pesos (U$ 40) pagados se suman a la burla de la sociedad, que te cobra para decirte que no le sirves. La universidad pública no tiene más alternativa que aceptar a los mejores alumnos de acuerdo a las reglas impuestas, y estos estudiantes provienen en su mayoría de colegios privados. La igualdad de oportunidades se nos cayó bien atrás en el camino, y es demasiado tarde para devolverse a recogerla.

Qué valor tiene en estar circunstancias promulgar leyes para mejorar la calidad de la educación. Qué evidencia existe siquiera de que la LOCE ha sido más perjudicial para la educación que otra legislación de las miles posibles. En un arrebato de simplificación uno podría promulgar una ley que tuviera como único decreto la obligación de tener una educación de calidad. Por supuesto es rídiculo pensar que por legislar, publicar, comunicar y archivar una ley de este talante uno ha generado un cambio en la educación. Sin clarificar los mecanismos que hacen posible una mejora en la calidad de la educación toda ley es inocua, sino estéril. Que la haya promulgado Pinochet, el Papa o los Chicago Boys, también es irrelevante si no se aclara el porqué es mala y como se hace buena. Cuáles son las prácticas que fallan en el proceso educativo, y por último y quizás bastante más controvertido es, qué es lo que los propios estudiantes van a comprometerse a traer a la fiesta (malón, minga o potluck party).